Horario
19.00 a 20.15 h
20.45 a 22.00 h
Artistas
Duración
1 hora y 15 minutos
Tarifas
35€
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Antonio Mairena
Antonio Cruz García. Mairena del Alcor (Sevilla), 1909 – Sevilla, 1983. Cantaor. Se le llamó en los comienzos de su carrera, sucesivamente, Niño de Rafael y Niño de Mairena. Pertenecía a un linaje gitano y fragüero que se había asentado en Mairena en los tiempos de Carlos III. Su personalidad es una de las más relevantes en la historia del flamenco, capital en la segunda mitad del siglo XX, distinguiéndose como uno de los más completos y grandes cantaores e investigador y divulgador de su arte, lo que se plasmó, además de en conferencias, artículos y otros escritos, en dos libros: Mundo y formas del cante flamenco, que escribió en colaboración con el poeta y flamencólogo Ricardo Molina, y Las confesiones de Antonio Mairena, cuya edición preparó Alberto García Ulecia. Mereció los más altos honores que, seguramente, haya obtenido jamás un artista flamenco. Entre los principales: Director Honorario de la Cátedra de Flamencología y Estudios Folclóricos Andaluces de Jerez de la Frontera (1959), III Llave de Oro del Cante (1962), Medalla al Mérito al Trabajo (198), Medalla de Oro de las Bellas Artes (1983), Hijo Predilecto de Andalucía (a título póstumo). En 1962 se convocó el tercer Concurso de Córdoba y puso en juego la III Llave de Oro del Cante. Hay serias evidencias de que esta Llave tenía un ganador predestinado, Mairena, por entonces ya en estrecha relación con Ricardo Molina, pieza clave en la organización del concurso. No es que hubiera algún tipo de amaño inconfesable, sino que el premio se planteó como el respaldo consagratorio de la indudable clase de Mairena. Los hechos demostraron las previsiones, puesto que él fue quien mejor cantó y el fallo del jurado lo reconoció por unanimidad. Antonio Mairena se consideró desde joven legítimo heredero del arte de Manuel Torre, a quien proclamaba su primer maestro junto a Joaquín el de la Paula; también frecuentaba las fiestas gitanas a que le llevaba su padre, gran aficionado aunque no cantaba. Cantaor extraordinario, su labor investigadora es un rasgo que le distingue del común de los cantaores. A veces pasaba años estudiando un cante, que luego comenzaba a cantar él desentrañado y reconstruido como creía que debía haber sido. Hoy permanecen en el acervo cantaor estilos y formas de cantes que sin su mediación estarían perdidos. Mairena creía que el cante estaba hecho. En una entrevista con el autor le confió: «El cante está hecho. El cante puede desarrollarse, ha llegao a un grado de desarrollo, pero lo que yo no pueo es crear cante, como no creo que lo cree nadie ni lo ha creao nadie. Desarrollarlo, engrandecerlo y dulcificarlo, sí señor. Pero el cante está hecho, y tal como es así seguirá siempre (…) El cante flamenco está hecho y hay que grabarlo tal y como está hecho, con su engrandecimiento, con su desarrollo y su dulcificación. Esta es la obra que yo creo que he hecho, y de ahí no quiero pasar.» Vivió el flamenco integralmente, en cuerpo y alma. Acuñó conceptos como «arte gitano-andaluz», «razón incorpórea», «mairenismo»… Creía en el duende: «Yo he tenido momentos de trance, eso que se llama también momentos de éxtasis, de creerte que estás en otro mundo, de palpar con tus sentidos la grandeza del más allá. Cosa grande esta. Después es como si te diera miedo o rabia. Después te quedas como prendido de hilos que se suspenden en algo que no conocemos, porque yo cuando canto no abro los ojos, porque para cantar tengo que soñar, tengo que no ver y cuando despierto del letargo si lo he hecho bien mi espíritu es como si hubiera estado en un lejano cautiverio. Después quedo libre de mi cautiverio, al haber dado rienda suelta a mis íntimas satisfacciones». Cantó en la película Duende y misterio del Flamenco.